• Afectan los campos magneticos de las redes wifi a embarazadas?

    From Enric Lleal Serra@2:343/107.1 to All on Wed Dec 20 12:34:00 2017
    ­Hola All!


    *¿Afectan los campos magnéticos de las redes wifi a las embarazadas? (spoiler:*
    *no)*
    Creador Arturo Quirantes

    Un reciente estudio indica que los campos magnéticos generados por redes wifi o
    teléfonos móviles pueden aumentar el riesgo de abortos en más de un tercio. ¿Tienen las mujeres embarazadas motivos para estar preocupadas?

    La noticia saltó en Informativos Telecinco, y aunque sigo sin tener esa cadena sintonizada (he aquí por qué) el aviso me llegó por Twitter. Telecinco no se caracteriza precisamente por la profundidad de sus contenidos divulgativos pero
    en principio eso no es motivo para dudar de su rigor informativo. No, el motivo
    para dudar de su rigor informativo es que su noticia (aquí) es poco más que una
    traducción de la original publicada por el diario sensacionalista británico The
    Sun (aquí).

    No he podido evaluar el "paper" hasta ahora, pero hay un artículo en The Register (aquí) que amplía algo de información y que incluye enlace al artículo
    original, publicado en Nature (aquí). Lo que sigue lo escribo porque creo que es importante contribuir a aclarar las cosas. Demasiados titulares tipo "la wifi es peligrosa y la antena de móvil va a dejar a tus hijos calvos" pululan por ahí como para permitir uno más.

    Bajo el título Exposure to magnetic field non-ionizing radiation and the risk of miscarriage: a prostective cohorte study, un grupo del Kaiser Foundation Research Institute de California (EEUU), dirigido por De-Kun-Li, presenta una investigación sobre más de un millar de mujeres que han sufrido abortos espontáneos. La idea es determinar si hay alguna relación con los campos magnéticos de baja intensidad.

    Hay quien ha examinado las cifras del artículo, en la que se habla de campos magnéticos con intensidades de miligauss, y ha puesto el grito en el cielo: ¿pero qué efecto puede tener eso frente a campos mucho más intensos? El campo magnético terrestre es del orden de las décimas de gauss, y el producido por un
    imán de frigorífico es aún mayor.

    Eso es irrelevante porque en el estudio no se habla de campos magnéticos constantes en el tiempo, como el de la Tierra o el de un frigorífico, sino de los que han sido producidos por fuentes electromagnéticas y tienen una cierta frecuencia. Es posible que el efecto de un campo fluctuante con el tiempo sea muy distinto del producido por una fuente constante.

    Un campo electromagnético se llama así porque tiene una componente eléctrica y una magnética. Ambas componentes vibran con una misma frecuencia característica. La frecuencia de oscilación de los campos EM en las señales wifi o en las de telefonía móvil son del orden de centenares de megahercios, es
    decir, cientos de millones de oscilaciones por segundo. Si se encontrase un mayor índice de abortos espontáneos para frecuencias similares a las usadas en telefonía móvil o en redes wifi, la situación podría ser preocupante. Extrañamente, el artículo de Nature no habla en ningún momento de frecuencias, una omisión significativa, aunque tampoco menciona los móviles ni las redes wifi. ¿Cómo podríamos saber de qué frecuencias estamos hablando?

    El diablo está en los detalles, y los autores mencionan el uso de un medidor de
    campos magnéticos llamado Emdex Lite. La web del fabricante nos proporciona las
    especificaciones del instrumento (aquí). Resulta que puede medir campos magnéticos alternos de entre 0,1 y 700 Gauss de intensidad, y de una frecuencia
    de 40 a 1.000 hercios. Repito: 40 a 1.000 hercios. Eso es un millón de veces inferior a la frecuencia de emisión de wifi y móviles, con lo que estamos hablando de fenómenos muy diferentes. Sería como intentar detectar la luz de una linterna usando una radio FM.

    Hasta donde yo sé, lo de las redes wifi se lo han inventado en el diario The Sun. Creo haber mencionado ya que es un medio sensacionalista, y al parecer no dejan que la verdad se interponga en una noticia. Telecinco se lo ha tragado tal cual, y probablemente lo hagan los demás medios informativos que recojan la
    noticia tal cual sin analizarla lo más mínimo. Telecinco, al menos, ha intentado enlazar el artículo original, cosa que no les ha salido bien, porque el enlace dirige a otro artículo, de otros autores, sobre el efecto de los opiáceos durante el embarazo (seré generoso y no insistiré en este punto).

    En lo que respecta al artículo de Nature en sí, cierto es que muestra un aumento en el porcentaje de abortos en presencia de campos magnéticos de baja frecuencia (10-1000 hercios). Casi un millar de mujeres que sufrieron abortos espontáneos fueron divididas en cuatro grupos o cuartiles, según el valor máximo del campo magnético a que estuvieron expuestas. La mayoría de los datos comparan los datos del cuartil menor (campo magnético <2,5 miligauss) con los otros tres, corrigiendo efectos debidos a diversas causas que iban del grupo de
    edad a la raza pasando por el uso de alcohol y tabaco. La idea era tener en cuenta esos datos para ver si, a pesar de ellos, había mayor número de problemas en presencia de campos magnéticos externos de baja frecuencia.

    En principio, los datos asustan. Las mujeres que sufrieron campos magnéticos de
    más de 2,5 mG sufrieron una tasa de abortos del 24,2%, frente al 10,4% del grupo de control (campo inferior a 2,5 mG). Imagino que alguien en The Sun sumó el 24,2% con el 10,4%, y como eso es del orden de un tercio concluyeron
    que una mujer tiene un tercio más de probabilidades de perder al feto
    cuando hay campo magnético por medio.

    Esto es un fallo anumérico de los gordos, algo así como decir que la velocidad media de un coche que va a 120 km/h y un camión que viaja a 110 km/h es de 230 km/h. Si hubiesen hecho bien las cuentas el resultado les saldría peor, ya que saltar del 10,4% al 24,2% es un aumento de 24,2/10,4 = 2,33, lo que representa un aumento de más del doble. Más del doble, amigos de Telecinco. Habéis perdido
    la oportunidad de asombrar con una noticia realmente pavorosa, dantesca y sobrecogedora.

    Aun así, precaución amigo lector, porque el estudio tiene cosas raras. La primera es que en todos los casos el campo magnético se midió durante solamente
    un día, y sólo se tiene en cuenta el valor máximo del campo, no el promedio a lo largo del día. ¿Por qué el valor máximo? Los autores dicen que un estudio anterior, publicado en 2002 (y cuyo investigador principal también era De-Kun Li), indicaba que el valor relevante es el campo máximo en vez del promedio. En
    efecto, ese estudio muestra que no hay relación entre campo magnético promedio y tasa de abortos, pero que sí la hay cuando la variable escogida es el valor máximo del campo.

    Fíjesen en eso. En 2002 buscaron un efecto y no lo encontraron usando el valor medio así que escogieron el valor máximo, que sí lo muestra. Enseguida se plantea la pregunta: ¿el efecto existe realmente o sólo se debe a la elección de variable? Los autores afirmaron que era mejor escoger el campo máximo porque
    es plausible suponer que hay un umbral, un valor mínimo del campo por encima del cual se da el efecto, y qué bien, sus datos justifican esa elección. Pero del mismo modo se podría argumentar que lo importante es el promedio porque es indicativo del efecto acumulado. Me da la impresión de que escogieron el valor máximo del campo porque apoyaba el efecto que estaban buscando; y cuando hicieron el estudio de 2017 volvieron a utilizarlo.

    Segundo problema: ¿por qué limitarse a un día solamente? Las mujeres podrían haber llevado el medidor de campo durante varios días, en situaciones diferentes, pero no fue así. Podrían haber visto qué pasaba tanto en día de semana con en fin de semana, en vacaciones, en muchos ambientes. Lo que sí hicieron los autores es tomar el único día en que hicieron mediciones y dividir
    los datos en dos clases: días típicos y no típicos. Los datos de los días típicos mostraron un aumento en la peligrosidad de los campos magnéticos.

    Lo que nos lleva al tercer problema: ¿qué es un día típico para una embarazada?
    Según los autores, se les preguntó a las mujeres si sus patrones de actividad (en la cama, en casa, trabajo, viaje) fueron diferentes durante el día de la medición. Esto ya introduce un posible error porque el concepto de "día típico"
    es muy distinto si estás embarazada que si no, y también varía de un embarazo a
    otro. ¿Cuenta como típico una revisión en el hospital, ir a las clases de preparación al parto, salir al campo para ver a los suegros, quedarte en cama todo el día porque los riñones te están matando? Si mis recuerdos familiares no
    me fallan, "día típico" es un concepto muy elástico durante el embarazo.

    El detalle es importante porque el estudio de 2017 muestra un fuerte aumento en
    el riesgo en presencia de campos magnéticos cuando nos centramos en un día típico, pero no hay diferencia alguna en los días no típicos. Parece que en un "día no típico" el campo magnético se toma vacaciones y no actúa.

    Podríamos pensar que un día atípico, digamos una salida al campo, implicaría una menor exposición a campos magnéticos y por tanto menor riesgo. Esto resulta
    muy difícil de creer a la vista de los datos ofrecidos. El artículo de 2002 concluía que el efecto de los campos magnéticos de intensidad considerada relevante (>16 mG) no dependía de la ubicación. La mujer podía quedarse en casa, pasarse el día en cama, ir al trabajo, viajar, daba igual, la probabilidad de aborto crecía de idéntica forma. Eso me plantea la pregunta de que, si todos esos factores son irrelevantes, ¿qué constituye un "día no típico" para los autores del artículo? ¿Un viaje a la Estación Espacial Internacional?

    Y vamos con el cuarto problema: la reproducibilidad. Tanto el artículo de 2002 como el de 2017 muestran una relación similar entre causa y efecto: el riesgo de aborto tiende a aumentar con el valor del campo hasta un valor máximo, pero si segimos aumentando el campo llega un punto en que el riesgo, en lugar de seguir creciendo, disminuye. Resulta raro que una mayor dosis de campo magnético no resulte en mayor número de embarazos, pero los datos son los datos.

    Ahora bien, en 2002 el riesgo comienza a aumentar cuando la intensidad supera los 16 mG; en 2017 el aumento comienza antes, a los 2,5 mG. De hecho, los datos
    de 2017 muestran efectos de riesgo que en el artículo de 2002 eran inexistentes. Es decir, los campos magnéticos que en 2002 eran seguros en 2017 resulta que son peligrosos. ¿Qué sucede aquí? Sencillamente que los datos no se
    reproducen.

    Me resulta particularmente hiriente la ausencia de datos sobre el tiempo máximo
    de exposición a campos magnéticos, y sobre todo, SOBRE TODO, la frecuencia de esos campos. Resulta que nuestras líneas eléctricas son de corriente alterna y producen campos eléctricos y magnéticos a una frecuencia de 50 o 60 hercios, dependiendo del país. En Estados Unidos usan 60 hercios, así que un pico de intensidad de campo a 60 hercios podría indicar una posible causa, o por el contrario, una ausencia de dicho pico resultaría significativa precisamente por
    su ausencia. No hay nada de información al respecto ni en el nuevo artículo (2017) ni en el antiguo (2002).

    En suma, creo que este artículo podía haber resultado mucho más útil pero se ha
    quedado en un tuit. Demasiado corto, demasiado parco en detalles cruciales, demasiado inconcluyente; lo que no impedirá que los Cárdenas o Pamies de este mundo nos den la matraca denunciando la mafia de las antenas wifi en lugar de explicando bien las cosas. Usted quédese con lo importante: no hay efecto de la
    radiofrecuencia procedente del móvil o de las redes wifi. Las embarazadas podrán seguir navegando por la red sin peligro.

    [1]http://elprofedefisica.naukas.com/2017/12/19/campos-magneticos-wifi-y-embara
    zadas/


    -
    A reveure!!
    Enric
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